El valor de la innovación
La innovación no solo se basa en desarrollar nuevos productos, también supone impulsar nuevos modelos de negocio, ofrecer nuevos servicios y mejorar procesos para hacer más fácil la vida de las personas. Pero sobre todo, se basa en que estos estos avances lleguen a quienes los necesitan.
Para que esto suceda, es importante que la innovación sea valorada y reconocida adecuadamente, que en vez de como un gasto, se perciba como una inversión. Para ello, la sociedad debe estar abierta a nuevas ideas y desarrollos y a aprovechar las oportunidades que se nos ofrecen para conseguir una vida mejor. Además, es importante que se fomenten las habilidades científicas y la aceptación de nuevas tecnologías, algo que requiere el compromiso de todos: los gobiernos, la industria, las escuelas y las universidades.
Hay que tener en cuenta que gracias a las innovaciones científicas el ser humano ha ampliado su esperanza y calidad vida. En el ámbito de salud, enfermedades hasta ahora mortales se han convertidos en crónicas o, incluso, se han podido curar. Dolencias que afectaban el día a día de las personas han podido tratarse para reducir al máximo sus síntomas. De hecho, los tratamientos de enfermedades cardio y cerebrovasculares han conseguido una reducción en los últimos 40 años de la tasa de mortalidad del 60 y 70% por procesos de cardiopatía y de isquemia cerebral, respectivamente.
En el campo de la agricultura, las innovaciones no solo ha permitido aumentar la cantidad y calidad de los cultivos, sino que ha servido también para llevar la producción agrícola a zonas hasta ahora consideradas áridas ofreciendo una nueva actividad económica para miles de familias.
En definitiva, la innovación no es algo teórico e intangible, es algo muy real que tiene un impacto en nuestras vidas y que es imprescindible, no solo para el avance de la sociedad, sino también para su sostenibilidad. La innovación aporta valor añadido, genera riqueza y ofrece un empleo estable y de calidad. En España, por ejemplo, la industria farmacéutica invierte unos 1.000 millones de euros al año en I+D, lo que la convierte en la industria que más invierte en innovación.